Si nos paramos a observar lo que hay detrás del mensaje que hemos recibido las mujeres por parte de la sociedad patriarcal durante años, lo que nos encontramos es el perfeccionismo. Un rotundo: ‘TIENES QUE ser perfecta, sí o sí’. Además no sólo en algunos aspectos, tienes que ser perfecta en todas las áreas de tu vida.
Si no lo has conseguido, has fracasado como mujer. Si nos creemos esta farsa, nos sentimos inevitablemente avergonzadas. La vergüenza de la mujer se ha alimentado durante siglos de perfeccionismo. El perfeccionismo es una ilusión, es un patrón de comportamiento limitante y, sin embargo, a la mujer se le ha exigido que aspire a alcanzarlo a cualquier coste. Cuando aceptamos esta exigencia sin cuestionarla, acabamos sufriendo lo que yo llamo el ‘Virus Superwoman’. Intentamos con todas nuestras fuerzas llegar a todo: Ser perfectas en el trabajo, estar siempre a punto, ser la madre perfecta, la hija, la amiga, la pareja, etc.
¿Cuántos titulares de revistas femeninas habrán contenido la palabra ‘Perfecta’? Titulares del tipo: ‘Trucos para obtener los glúteos perfectos o la piel perfecta’… Muchas de nosotras hemos crecido con esa creencia de perfección atravesando quien somos realmente, y por mucho que hemos intentado seguir todos los trucos, consejos… y por muchos malabares que hemos hecho, al final nos hemos acabado frustrando y culpabilizando por esa constante y agotadora falta de perfección. Como si de verdad creyésemos que debe haber algo roto en nosotras para no alcanzar lo inalcanzable.
Gestión de la culpa: 5 consejos para gestionar el sentimiento de culpa
Por eso, el primer paso para dejar de culpabilizarnos y recuperarnos del ‘Virus Superwoman’ es aceptar y gritar a los cuatro vientos que no lo somos.
1. Honra tu humanidad y date permiso para cubrir tus necesidades básicas primero:
A menudo la culpabilidad viene de esa voz crítica que te dice: ‘No eres suficiente’, ‘No estás haciendo lo suficiente’ y ponemos todo el foco en hacer más para complacer a la sociedad hasta el punto de olvidarnos de nosotras. Igual que si hay un accidente de avión te piden que te pongas la mascarilla primero, lo mismo ocurre en la vida. Si quieres estar para los demás, necesitas estar primero para ti. Si te cuesta repítete el mantra: ‘Soy humana, no perfecta. Progreso, no perfección’
2. Cuestiona la culpabilidad y agradécete todo lo que eres:
La emoción de la culpa aparece cuando percibimos que hemos hecho algo mal. La pregunta es: ¿Algo mal en base a qué expectativas? Si por ejemplo, te sientes mal por no hacer suficiente por tus hijas, o no hacer suficiente en el trabajo, haz una lista de todas las cosas que haces a lo largo de un día para estas áreas de tu vida, te ayudará a ponerlo en perspectiva a y a empezar a apreciar todo lo que aportas.
3. Ponte en tu lugar:
Cada vez que te culpes, imagínate que eso por lo que te estás criticando le estuviera pasando a una amiga querida tuya. ¿Cómo la juzgarías? ¿Qué le dirías? Seguramente comprenderías que lo está haciendo lo mejor que puede con los recursos y herramientas que tiene.
4. Aprende que marcar límites es sano y necesario:
Decir ‘No’, decir ‘Hasta aquí’, ‘No me apetece’, ‘Necesito ayuda’, o ‘No llego’ no te hace menos suficiente, y no es ninguna razón para sentirte culpable. Al marcar límites te respetas, y te das el espacio para ser como tú eres.
5. Abre debate con mujeres de tu entorno:
Te darás cuenta de que no eres la única que te sientes así; apoyaros y apreciar vuestra imperfección para dejar de verlo como algo negativo. Juntas es más fácil para que poco a poco hagamos frente a creencias culturales limitantes que nos llevan acompañado desde que tenemos uso de razón, hemos avanzado mucho pero aún hay mucho por hacer para conseguir la igualdad.