Como sociedad, a veces caemos en el error de pensar que hay emociones que son buenas y emociones que son malas. Las emociones son neutras, todas y cada una de ellas tienen una función y nos dan información muy necesaria. Por eso, es importante que aprendamos a gestionar las emociones, a procesarlas y sentirlas todas. Cuando no hemos aprendido a gestionar nuestras emociones, tendemos a reprimirlas o reaccionar a ellas.
Normalmente, si creemos que una emoción es mala, tendemos a reprimirla, a intentar evitar sentirla y distraernos a toda costa, y eso pasa factura. Cuando reprimes una emoción no se diluye con el tiempo, se acumula dentro, hasta que termina por salir de alguna forma. Pongamos de ejemplo el enfado. A menudo se da un patrón emocional en el que una persona tiende a reprimir su emoción de enfado en repetidas ocasiones y esa emoción reprimida se va a acumulando hasta que esa persona termina por explotar, y reacciona desmedidamente un día cualquiera al enfadarse por lo más insignificante.
3 consejos para gestionar las emociones de forma saludable
1. Aprender a identificarlas y entender porqué cada emoción aparece. El miedo aparece cuando percibimos una amenaza, el enfado o la rabia cuando se traspasan nuestros límites entre otras razones, la tristeza ante la pérdida percibida, etc.
2. Crear un espacio seguro en el que poder permitirnos sentir cualquier emoción y desahogarnos. Es importante poder sentir todas las emociones, sacarlas fuera en un espacio de desahogo libre de juicios.
3. Aprender a responder en vez de reprimir o reaccionar. Esto requiere de entrenamiento emocional y a menudo de ayuda profesional. Hay muchos patrones emocionales que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida y no se transforman de la noche a la mañana. Crear nuevos hábitos emocionales requiere de práctica, paciencia y persistencia y para eso es necesario tener el apoyo adecuado.
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